miércoles, 4 de enero de 2012

una amiga de esas que se encuentran por el camino de la vida de esas por las que merece la pena seguir el camino...

Joaquina Cañadas, recitando en Córdoba

Fue en Córdoba. Desde mi butaca pude ver un cabello rubio. Pero mis oídos descubrieron una voz que dejaba el aliento helado. Hacía años que no oía recitar de esa forma.
Habíamos estado cenando la noche anterior todos juntos y comprobé del bien hacer de una andaluza graciosa y llena de arte. Era el alma de la fiesta. La que llevaba la voz cantante. Su alegría contagiaba a todos. Allí, hasta los platos se reían. No recuerdo si cene mucho o poco ¿qué importa? Sé que me lo pase muy bien.
No tiene mucha altura física, pero tiene una vena artística que quita el sentido.
Mientras escuchaba aquel recital, recordaba una artista que nos dejo hace algunos años. Lola Flores. El genio, el arte hecho mujer. La gracia, la sal. De un lugar inigualable donde el habla se vuelve cante. Donde las letras se vuelven poemas. Donde el andar se vuelve baile.
Esta se llama Joaquina Cañadas. Andaluza. Del sur, sur. Como la otra, de Cádiz. Con duende y tronío.
Ella dice que es “dislesica” pero que Dios le ha dado otro don. Sí, el de la memoria.
Yo tengo que decir la verdad. Joaquina tiene un arte y una gracia incomparable. Recita como nadie, saca ese genio que solamente una gran artista puede hacerlo y ella lo es.
De su garganta surgen los gorgoritos bellos de ese poema sentido, de ese dolor y ¡quejio! inaguantable. Su voz hace que las lágrimas brotan sin darnos cuenta. Y… luego una sonrisa. Y… más tarde que la piel se nos erice, y hasta que la sangre duela.
Porque oír recitar a Joaquina es alborotar los sentidos. Estremecerse el alma y no poder aguantar: las notas, los colores, los matices que de su alma sencilla y “dislesica” salen.
Solamente decir: Ole y ole. Sigue así amiga mía, sigue con ese arte que llena el mundo de notas, y que quita las penas. Me pongo de pie, me quito el sombrero y aplaudo con ganas al terminar tu faena. En un escenario te creces, elevas hasta lo más alto, las humildes letras de cualquier poeta.


Sencilla y coqueta.
Con alma de niña.
Con ojos de gacela.
Con sangre andaluza.

Con arte Joaquina.
Con la sonrisa en los labios.
Pequeña y dispuesta.
Cantas muy bien los poemas

Con chispitas en los ojos.
Con la sal que derramas.
En cada una de las letras.
Llevas poesía en tus venas.

Que tú no escribes.
Las llevas dentro.
Que sabes decirlas.
Con voz de poeta


Higorca

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